El verano ha sido intenso y, en mi caso, muy corto. Más que otras veces. No sé si la intensidad hace que se viva más rápido o que los años que vamos cumpliendo nos hacen precipitarnos al vacío antes de tiempo. Para mí ha pasado en un suspiro.
Me gusta desconectar en vacaciones. Para mí salir, viajar, es tan necesario como respirar. Los viajes abren la mente, incentivan el conocimiento, reducen tus prejuicios y también tus sentimientos de inferioridad. En todos ellos aprendes algo. Conoces culturas, costumbres, entiendes y comprendes mejor a las personas de otros lugares. Y, lo mejor, siempre es una aventura iniciática. Da igual que conozcas el lugar al que vas o hayas estado antes. Las sensaciones de impaciencia y ansiedad infantil aparecen desde el momento de empezar a hacer el equipaje. Y creo necesario mantenerlas.
Ahora, volvemos. Y las sensaciones son las mismas. El inicio de un nuevo curso es también el descubrimiento de nuevas experiencias, nuevas personas, costumbres, opiniones y anhelos. Un gusto, vamos.
Definitivamente, este trabajo está tan pegado a mí como las respiraciones necesarias en cada nuevo viaje.
Nos vemos el lunes.
Como el verso de Quevedo, aunque en aquel caso era su amor el que tendría sentido, pretendo que en este blog todo tenga sentido: mis palabras, tus palabras, nuestras palabras. Ya que esa es la característica principal del ser humano, vamos a comunicarnos, a investigar y a deleitarnos con nuestra materia de Lengua castellana y Literatura. Aquí, aunque las palabras vuelen con el viento y desaparezcan, ¡tendrán sentido!